martes, 30 de enero de 2018

Expectativas vs realidad

Cuando esperas la llegada de tu bebé todo lo que te creas alrededor, según tus pensamientos y los que te dice la gente, se convierten en expectativas de cómo crees que será todo lo que concierne a esa nueva personita. No solo físicamente, teniendo en cuenta los rasgos de los familiares cercanos y los de tu pareja, si no también ciertos aspectos relacionados en cómo se comportará, como dormirá, que harás, qué le permitirás y qué no y cientos de cosas más. 


Luego el peque o la peque nace... y pam, bofetada de realidad. El físico, si todo lo demás es correcto, pasa a un segundo plano. ¿Qué más dará si tiene los ojos verdes o si los tiene marrón chocolate si realmente pueden ver perfectamente?
Pero hay otros aspectos que tampoco controlamos y que nos pueden llevar un poco por el camino de la amargura...



En mi caso pensé que Anna sería una niña tranquila y dormilona, porque así habíamos sido su papa y yo de bebés. Pero la realidad ha sido bastante distinta. No es que Anna no tenga momentos de tranquilidad y no duerma bien, pero la mayor parte del tiempo no para quieta. Nos gusta que sea una niña activa pero hay momentos en que tienes que hacer ciertas cosas y no nos deja ni un momento para respirar. Suelo sacar la ropa del tendedero con ella entre mis pies, o colgada, o simplemente en cinco o seis momentos distintos de la semana. Aprovecho para hacer (lo mínimo) cuando está su padre o por las tardes que viene mi madre a echarme un cable, si no no podría ni ducharme con una cierta “tranquilidad”. Yo la llamo mi pequeña “lapilla” y si es cierto que con el tiempo algo más se entretiene sola pero al nacer solo quería brazos, brazos y más brazos y no soportaba que la dejáramos en el suelo o en cualquier otra superficie. Bendito porteo, pero de eso hablaré en otro momento. Y creo que el sueño me daría para 4 o 5 escritos. Y oye, no me quejo, me encanta como es, pero hubiese agradecido que alguien me hubiese explicado un caso similar y no siempre oír los típicos comentarios de: me ducho mientras duerme (ja), mientras juega recojo la cocina (jaja), cuando esta en la hamaquita aprovecho para hacer tal (jajaja),... 
Y los tan desafortunados consejos: no la cojas que se acostumbra, déjala llorar un poquito que no pasa nada, que no se te duerma en la teti, tiene que echar los gases después de comer y bla bla bla. Paro porque me voy encendiendo mientras lo recuerdo. 



En definitiva, por mucho que te digan y que te aconsejen, cada peque es diferente y tiene sus propias necesidades. Lo que sí que hubiese agradecido y mi madre luego me lo ha repetido en varias ocasiones es: haz lo que tú creas y lo que sientas en cada momento que tienes que hacer. Así que, hay que intentar guiarse un poco más por los instintos y no por las experiencias de los demás. Haz lo que te salga en cada momento, al fin y al cabo, somos animales mamíferos y lo llevamos en la sangre, aunque hayamos olvidado nuestra naturaleza y muchos de nuestros instintos. 


Aida

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